Ataques de Pánico: Causas, Síntomas y Tratamiento
Ataques de Pánico:
“Intempestivamente sentí una oleada de miedo sin que hubiera
causa alguna.
El corazón me
latía apresuradamente, me dolía el pecho, sentía mucho miedo y se me dificultaba
cada vez más respirar. No sabía como era un ataque de pánico. Llegué a creer que me iba a morir.”
Frente a el Ataque de Pánico, un buen día las cosas pueden cambiar y
enviarnos repentinas señales de
funcionamiento corporal anormales y desconocidas, como si el cuerpo ya no
tolerara el mismo ritmo de agobio que tenía hasta
el día anterior.
“¡Siento tanto miedo!
Cada vez cuando voy a salir tengo esa horrible sensación en la boca del estómago y
me aterroriza pensar que puedo sufrir otros ataques de pánico.”
¿Qué es el Ataque de Pánico o Trastorno de Pánico – Panic Attack ?
Este trastorno de ansiedad
también llamado crisis de pánico es bastante diferente a otros
tipos de ansiedad en cuanto a que los ataques de pánico se presentan inesperadamente, aparentemente sin causa
alguna y frecuentemente causan incapacidad.
Una vez que una persona sufre un ataque de pánico, por ejemplo mientras maneja un
vehículo, hace compras en un lugar donde
hay muchas personas o se encuentra dentro de un ascensor, pueden crearse miedos
irracionales llamados fobias, relacionados con esas situaciones, y comenzará a tratar de evitarlas. Con el
tiempo, la necesidad de evitar esas situaciones y el grado de ansiedad por
miedo a otro ataque puede llegar al punto en que esa persona que sufre
trastorno causado por pánico no
podrá volver a manejar un vehículo, ni siquiera dar un paso fuera
de su casa. Es así como el ataque de pánico puede tener un serio impacto en
la vida diaria de una persona, tanto como cualquier otra enfermedad seria, a
menos que la persona reciba tratamiento efectivo.
Los ataques de pánico pueden ocurrir en cualquier
momento o lugar sin previo aviso. A menudo ocurren en los sitios menos
esperados, como pueden ser en el supermercado, centros comerciales, en una
reunión donde hay un grupos de
personas, en una reunión
social, mientras viaja o mientas descansa en unas vacaciones.
Puede vivir con
constante miedo de sufrir otro ataque y se aleja de los lugares en los que ha
sufrido un ataque anteriormente. A algunas personas, el miedo les controla la
vida y les cuesta mucho o casi no pueden salir de sus hogares, es lo que se conoce como agorafobia.
¿Es el
Trastorno de Pánico
una enfermedad?
Sí. Sin
duda es una enfermedad, con posibilidades de causar invalidez, puede
controlarse por medio de tratamiento específicamente
diseñado para tratar el trastorno
de pánico.
Desafortunadamente, debido a los síntomas molestos que se presentan, frecuentemente se
confunde esta enfermedad con una afección cardíaca o cualquier otra enfermedad que
amenaza la vida. Generalmente, las personas acuden a las salas de emergencia de
los hospitales cuando son presas de una de estas crisis, en estas ocasiones
posiblemente se les hagan pruebas exhaustivas para eliminar las dudas sobre la
existencia de estos o otras enfermedades.
Por regla general, el
personal médico trata de asegurar al
paciente de que no está en
grave peligro. Sin embargo, estos intentos de calmar al paciente pueden hacer más daño de lo
que uno se imagina. Si el doctor usa expresiones tales como “no es algo serio”, “es cosa
de su imaginación” o “no es
algo por qué preocuparse” puede dar al paciente la impresión equivocada de que el tratamiento,
frente al ataque de pánico no
es posible o no es necesario…
¿Qué lo ocasiona?
De acuerdo con una teoría existente, el “sistema de alarma” normal de un cuerpo, o sea el
conjunto de mecanismos mentales y físicos
que le permiten a una persona hacer frente a una amenaza, entra en acción sin que sea necesario o sea cuando
no hay peligro. Los científicos
dedicados a esta clase de estudios no han podido saber exactamente cómo sucede o por qué algunas personas son más susceptibles que otras a este
trastorno de la ansiedad, tampoco han podido saber si los ataques de panico se
pueden curar en forma definitiva.
Se ha llegado a determinar que el trastorno causado por pánico se extiende en la familia, lo
que puede sugerir que es congénito o
sea que los genes juegan un papel muy decisivo al determinar quién lo va a heredar. Sin embargo,
muchas personas sin antecedentes familiares de los síntomas de esta enfermedad llegan a sufrirlo. Algunas veces
los ataques se provocan por una enfermedad física,
una seria tensión emocional en la vida o
posiblemente por medicamentos que aumentan la actividad de la parte del cerebro
responsable de las reacciones de miedo.
¿Cuándo comienza y cuánto dura la enfermedad?
Usualmente comienza
cuando las personas son jóvenes
adultos. A veces comienza cuando una persona se encuentra bajo una cantidad
enorme de estrés, como por ejemplo luego de
la muerte de un familiar o ser querido o después de
tener un bebé.
Cualquier persona puede tener trastorno de pánico pero es más común en
las mujeres que en los hombres. A veces es hereditario y puede durar por unos
cuantos meses o por muchos años.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas en ataques de pánico se presentan intempestivamente, sin
causa alguna aparente. Con la característica
de aparición temporal y aislada de miedo
o malestar intensos, acompañada de
cuatro – o más- de los siguientes síntomas,
que se inician bruscamente y alcanzan su máxima
expresión en los primeros 10 minutos.
Los síntomas pueden incluir:
– Palpitaciones rápidas o violentas con elevación de la frecuencia cardíaca
-Dolores en el pecho
-Vértigo, mareo, náusea
-Inestabilidad, mareo o desmayo
_Dificultad para respirar
-Sofoco, transpiración o
escalofrío
-Sensación de ahogo o falta de aliento
-Sensación de atragantarse
-Opresión o malestar en el tórax
-Náuseas o molestias abdominales
-Cosquilleo o entumecimiento en las manos
-Sensación de estar soñando o deformación de percepción
-Terror – sentir que algo horrible va
a pasar y que no puede uno evitarlo
-Miedo de perder el control y hacer algo que le cause a uno vergüenza
-Miedo de morir
-Angustia
-Agorafobia
Por lo general, el ataque dura varios minutos y se considera
una de las situaciones más
penosas que pueda experimentar una persona. Casi todos los que sufren un ataque
sufrirán otros más.
¿Qué sucede si no se atiende ?
El trastorno puede durar
meses o años. Aunque por lo general éste comienza en la pubertad, en
algunas personas los síntomas
se presentan más tarde en su vida. Si no se
atiende, puede empeorar al punto de que la vida de esa persona se afecte
seriamente. De hecho, muchas personas han tenido problemas con sus amistades o
con sus familiares o aún en
sus trabajos debido al pánico.
Es posible que se presente cierta mejoría
ocasionalmente pero por lo general no desaparece el mal a menos de que la
persona reciba los tratamientos adecuados.
¿Soy yo la única persona con esta enfermedad?
No. No es la única. En un año, solo en los Estados Unidos, casi tres millones de
personas padecen de pánico.
En Argentina, y en particular en las grandes ciudades con en
la Ciudad de Buenos Aires aun
cuando no hay esadisticas precisas, se estima que una de cada treinta personas,
en algún momento puede sufrir el ataque de panico con sus síntomas característicos.
Frente a los Ataques
de Pánico qué hacer…
Una vez que tengamos
claro qué nos está ocurriendo, es el momento de ponerse
manos a la obra.
Paso 1: Reconocer los
síntomas
Una crisis de pánico o ansiedad es una respuesta
fisiológica natural ante
determinados acontecimientos de la vida.
CRISIS AGUDAS
Es evidente que si
sufrimos un brutal ataque de pánico o
crisis de ansiedad con todos los síntomas
que te explicamos en el reportaje “qué son los ataques de pánico o ansiedad” no hace falta reconocer los signos
puesto que son bastante evidentes. En este caso podemos llegar a comprender que
se trata de un miedo “irreal”. Es decir, ni te vas a morir, ni te
vas a ahogar, ni te va a dar un infarto, ni el mundo se termina, sino que esos
pensamientos son simplemente una respuesta fisiológica
ante una situación de estrés prolongada.
CRISIS ENCUBIERTAS
Pero cuando estos signos no se
dan con vehemencia podemos caer en el error de “creer
que el peligro es real“. De
esta forma, si empiezas a sentir, de la noche a la mañana y sin una justificación
evidente, que algo malo pasa, que algo malo tienes, que determinada cosa
terrible va a ocurrir y este tipo de pensamientos se hacen recurrentes y
obsesivos, es importante detectarlos y reconocerlos como una crisis de ansiedad
para no caer en el error de “creerlos
ciertos”, cosa que empeora todavía más la
situación.
UNA RESPUESTA NATURAL
Por lo tanto, el primer paso
para superar la crisis de pánico y
angustia consiste en comprender que se trata de una respuesta natural ante un
conflicto interno que tendremos que resolver. Pero este no es el momento de
resolverlo; no cuando la mente se encuentra tan agitada y confundida.
Imagina que lo
comparamos con una gripe. Hasta que no aparecen los primeros síntomas no podemos tomar medidas. Pues
esto es lo mismo. Simplemente se trata de una afección tan natural como pueda ser una gripe ante la cual
tenemos que tomar medidas. La reconocemos, la aceptamos y nos ponemos manos a
la obra para solucionarlo, sin dramatizar.
Paso 2: Atreverse a
aceptar la crisis
Si hemos pasado por la
terrible experiencia de sufrir una auténtica
crisis de angustia es bastante probable que desarrollemos el famoso “miedo al miedo“, es decir, verdadero terror a que vuelva a ocurrir.
Evidentemente, este miedo no hace sino incrementar las posibilidades de que la
crisis vuelva a desatarse, una y otra vez.
La verdadera clave para
superar las crisis de angustia consiste en dejar de tenerles miedo, es decir,
en permitir que ocurran y que el cuerpo se exprese. Esto es fácil de decir pero no parece tarea fácil. Sin embargo, sí lo es. Cuando conseguimos dejar de
tenerles miedo, las crisis pierden casi todo su poder. Pueden ocurrir, sí, pero son bastante más llevaderas y bastante menos
incapacitantes.
Nuestra propuesta es la
siguiente: la próxima vez que sientas que “se acerca”, déjala
venir, déjala quedarse y acepta que
todo lo que tienes es una crisis de angustia y que las crisis de angustia no
suponen peligro alguno.. Por mucho miedo que tengas, no hay peligro real (ni de
infarto, ni de ahogo, ni de muerte). Si observas los síntomas como lo que son (síntomas),
sin juzgar… la perspectiva cambia. En
lugar de dar credibilidad al miedo, explóralo… ¿Dónde está? ¿Dónde
sientes la angustia? ¿en qué punto te ahogas?
Intuir al monstruo entre
las sombras de la noche da mucho miedo, pero si te atreves encender la luz y
mirarlo de frente, te darás
cuenta de que no es tan terrible, ni tan poderoso. Llega, dura unos minutos,
alcanza el clímax… y desaparece.
Paso 3: Agradecer las
crisis
Te propongo un juego: Que en
lugar de pensar que te está
ocurriendo algo terrible, te atrevas a sopesar la idea de que, en verdad, es
algo que deberías agradecer.
Por un lado, tu cuerpo y
tu mente están respondiendo a las llamadas
de alerta, es decir, funcionan bien y eso es esencial para la supervivencia.
Por otro lado, permitir que esa angustia se manifieste es un modo genial de
evitar que se quede dentro y nos genere males peores, una enfermedad, por
ejemplo.
Imagina que has
contratado un sistema de alarmas contra incendios. Lo que esperas es que la
alarma funcione, no? Pues míralo
desde este punto de vista. Tu sistema de alarmas funciona, tu cuerpo y tu mente
funcionan y tú funcionas… ¡Eso es
fantástico!
La vida es sabia y casi
siempre nos coloca allá donde
debemos estar. Mejor que rebelarse sin más,
parece más inteligente aceptar el
lugar en el que estamos (quién sabe si por nuestro bien) y
resolver aquello que requiere ser resuelto.
Paso 4: Ayuda externa
En este punto es muy
importante que comprendas que las verdaderas herramientas son las que tienes tú, porque si pones toda tu confianza
en el exterior te están
enviando un claro mensaje: tú no
puedes. Y eso no es cierto. Creer que algo ajeno nos va a solucionar las crisis
de pánico o ansiedad es muy
frustrante. Por el contrario, convencernos que tenemos herramientas más que suficientes nos permite tener
un margen de maniobra y cierto control sobre la situación.
Una vez teniendo claro
que las herramientas más
eficaces están dentro, no es una mala idea
apoyarnos con ayuda externa. Ahí van
algunas sugerencias:
Psicoterapia
Sin duda, hacer
psicoterapia con alguien profesional en quien confiemos nos ayudará considerablemente a superar las
crisis de pánico o ansiedad. Ten en
cuenta que este tipo de profesionales pueden ser de psicología general, o también de las nuevas corrientes como PNL,
coaching, biodecodificación,
gestalt, etc.
Suplementos
Existen algunos
nutrientes y plantas especialmente indicados para el equilibrio del sistema
nervioso: Vitamina C, vitaminas del grupo B, magnesio, triptófano o Hipérico. Acertar con las dosis y sinergias de estos elementos
es complicado, por lo que te recomendamos que antes de tomarlos consultes con
un especialista o elijas algún
producto específico para la ansiedad
elaborado por un laboratorio que te guste y que combine varios de estos
ingredientes. Consulta cuáles son
los suplementos más eficaces para la depresión.
Aromaterapia
Como remedio de
urgencia, te proponemos que lleves siempre a mano un botecito de aceite
esencial de lavanda. Tiene propiedades tranquilizantes y es uno de los aromas
de la alegría. Cuando sientas que la
ansiedad y el nerviosismo te invaden, inspira profundamente del recipiente dos
o tres veces para que sus partículas
esenciales entren en el torrente sanguíneo a
través de los pulmones. También puedes poner unas gotas en la
almohada antes de ir a dormir. O si quieres algo más elaborado, te proponemos este remedio casero con aceites
esenciales para la ansiedad.
Otras terapias
naturales
Además de estas ayudas externas, existen
numerosas terapias naturales que pueden contribuir a tu bienestar de manera
general: Flores de Bach, reflexología
podal, quiromasaje, osteopatía,
sales de Schüssler, acupuntura,
cromoterapia, etc.
Paso 5: + Hábitos saludables y – pensar
Las crisis de pánico o ansiedad se desencadenan tras
un período prolongado de estrés o como respuesta a algún conflicto no resuelto, eso es
verdad. Sin embargo, mientras nuestras emociones no estén calmadas, es bastante difícil
vislumbrar con claridad el panorama. Por lo tanto, nuestro consejo es que,
mientras se mantengan las crisis agudas, no intentes buscar un sentido a la
vida o una solución definitiva a tus cuestiones
existenciales. Eso vendrá más adelante, con la calma y la
claridad mental.
Mucho más efectivo será echar mano de todas las herramientas que nos ayuden a
encontrarnos mejor, tanto física
como emocionalmente. Ahí van
algunos hábitos necesarios:
Dieta:
En las crisis de ansiedad y cualquier otra disfunción del sistema nervioso interviene de manera
definitiva nuestra bioquímica.
Aportar al organismo aquellos nutrientes que favorecen un correcto
funcionamiento del sistema nervioso y eliminar aquellos que lo perjudican es un
hábito necesario que las circunstancias
requieren. Para saber cómo seguir
una dieta apropiada consulta nuestros reportajes: Dieta para la depresión y cómo
desintoxicar el organismo.
Descanso:
Dormir bien es esencial,
no solo para el sistema nervioso, sino para todo. Nuestro organismo lleva a
cabo funciones muy importantes mientras dormimos y segrega hormonas y otras
sustancias muy necesarias. Te ofrecemos algunos consejos en cómo dormir bien.
Ejercicio:
No es un tópico, sino una realidad como un
templo. Hacer ejercicio oxigena el cuerpo y nos ayuda a liberar las tensiones y
el estrés. Echa un vistazo a cuál es la forma más inteligente de hacer ejercicio
Yoga y meditación
Tanto el yoga como la
meditación ofrecen excelentes
resultados en personas que sufren estrés,
ansiedad o crisis de pánico.
estas disciplinas nos ayudan a dirigir la mente y las emociones y favorecen el
autocontrol.
Y, por supuesto, la
medicina más milagrosa de todas cuantas
existen: AMOR. El amor lo cura todo.
Por lo tanto, ya sabes: mímate,
mima a los demás y déjate mimar!!
sabervivirmejor.com
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