TERAPEUTA Y PACIENTE, MENSAJE DE JESHUA, MAYO DE 2018

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Querido amigo, 

Yo soy Jeshua y los saludo hoy. Estoy cerca de ustedes en mi corazón, porque estamos profundamente conectados uno al otro. 

Existe un nivel en el cual nosotros somos uno en conciencia, una conciencia indivisible, libre, grandiosa y creativa, que es nuestro verdadero refugio. 

Ustedes están aquí, manifestados en una forma corpórea, situados en el tiempo y espacio, pero son mucho más que eso y les pido que se conecten con esa conciencia mayor, indefinida y más amplia, que los conecta con su origen, con su hogar. 

Sientan a Dios dentro de sí propios y perciban como esa energía es verdaderamente simple. Dios no está más alto que ustedes. Él es una energía que fluye a través de ustedes, a través de toda la vida en la Tierra, incluso a través de los objetos y cosas materiales que están a vuestro alrededor. Dios es todo y no está limitado por la forma. Dios es conciencia pura. Entretanto, el poder divino desea experimentar todas esas formas distintas, todas estas manifestaciones en el tiempo y espacio. 

Ahora, por unos instantes, sientan quienes son en todo ese flujo…una chispita de luz en un océano inmenso de conciencia, pero una chispita de luz inmortal, que ofrece una contribución única al todo. 

Sientan el poder indestructible dentro de sí propios, que siempre es, fue y siempre será la centella de la vida eterna. Y en esa centella de luz, ustedes son parte del Creador, parte de Dios. Ustedes poseen una conciencia creativa y eligen las experiencias de sus vidas, el camino de vida con el cual se comprometen. En lo más profundo de vuestro ser, existe un punto central, en el cual están conscientes del proyecto de sus vidas y atraen las cosas que desean experimentar, para aprender y desarrollarse espiritualmente. 

Es por eso que, esencialmente, ustedes nunca son víctimas del mundo. En esencia ustedes nunca son totalmente impotentes o vulnerables, porque en lo más hondo de vuestro ser, esa centella de Dios está presente, esa chispita divina que dice: “sí” a todo lo que está sucediendo en sus vidas y que incluso, sabe que son capaces de aprender y desarrollarse a partir de esas experiencias y ser mucho más grandes. 

Digan “sí” a esa fuerza dentro de ustedes, esa fuente de luz a través de la cual atrajeron a sí mismos la vida que viven ahora, con todo lo que forma parte de ella. Ustedes dijeron “sí” una vez e interiormente, saben que poseen el poder de realizar esa vida, ese destino, de una forma positiva, recordando quienes son, en medio a sus preocupaciones terrestres, en su día a día, en que enfrentan problemas y resistencias. Regresar al hogar, por sí mismos y compartir ese conocimiento y luz con los demás, les traerá una muy profunda satisfacción. 

Ustedes desean ser terapeutas espirituales, lo que significa que desean propagar luz y conciencia en la Tierra, a partir de sus almas. Y este es un deseo puro y autentico de sus corazones y de sus almas. Esto viene directamente de la centella de Dios que son ustedes, porque para Dios es natural compartir alegría, sabiduría y entendimiento. Esto hace feliz a Dios, y los hace felices a ustedes también, porque ustedes son Dios en sus corazones y en sus almas. 

Y ahora ustedes preguntan: “como se hace eso?... “propagar la Luz”, ofrecer sanación a los demás?” es sobre eso que deseo hablarles hoy, porque en su sociedad, existe una extraña dicotomía entre enfermo y sano, entero y fragmentado. El terapeuta, supuestamente, se encuentra en el lado sano, ese que es entero y ofrece luz y cura a los que están fragmentados y enfermos. 

Visto desde esta perspectiva el terapeuta es mayor y está muy adelante, mientras que el paciente está atrasado y es menor. Y el mayor tiene algo que el menor no posee y que el primero comparte con el segundo. Mientras tanto, del punto de vista espiritual esta es una imagen falsa. Lo que sucede, es que incluso antes de que la persona sea tratada por un médico o terapeuta, ella ya está presentándose como menor que aquel que la va a tratar, o sea, el paciente tiene un problema y va al terapeuta para que este le brinde una solución. 

Esta imagen de la relación entre terapeuta y paciente permea toda la asistencia convencional a la salud. El médico que ustedes buscan tiene el “conocimiento y competencia”, por lo tanto, ustedes como pacientes, son menores e inferiores a él, porque necesitan de su conocimiento (algo que está fuera de ustedes) para quedar bien. Involuntariamente, este modelo también es usado, frecuentemente, en la “salud mental”. Me gustaría sugerir que arrancasen esa imagen “de raíz”, porque es una idea completamente falsa de cómo es una relación entre paciente y terapeuta. 

La verdad es exactamente lo contrario: ustedes son buenos terapeutas, si saben hacerse pequeños y le devuelven su grandeza, al que viene a buscar vuestra ayuda. Eso es algo que esa persona perdió involuntariamente. 

Una persona que tenga problemas espirituales graves, de cierta forma está convencida de que es impotente, que no consigue suportar la resistencia y negatividad de la vida y por eso se siente pequeña e indefensa. Usted, como terapeuta espiritual, es de los que invita a esa persona a que se reencuentre y experimente nuevamente su propia fuerza. Usted la anima a descubrir su propia grandeza y a mantener su centella divina interior, siempre encendida. 

Y como lo hace? No es dándole algo que la haga sentir mejor, algo que venga de su exterior, pero creyendo en el poder de su alma. Usted lo hace conectándose con su alma y a partir de ahí, enseñándole, a través de sus ojos, de sus palabras, gestos y miradas, que cree en ella: enseñándole que reconoce su fuerza, la belleza y sabiduría de su alma. Y gracias a ese reconocimiento y a través de su fe y confianza en lo que esa persona es realmente, ella también recibe esperanza y confianza. 

Este es el camino de la cura espiritual: devolver al otro su propia grandeza. Es intentar, de muchas formas, reconectarlo con el poder de su propia alma e inclusive de este modo, devolverle totalmente la responsabilidad. La gran fuerza del trabajo espiritual es enseñar a la otra persona que ella es la única responsable por su propio camino de vida y que su necesidad de cura no es un punto de debilidad; que lo que está enfrentando no es algo que no pueda administrar, que la aceptación de la responsabilidad es justamente, lo que lo podrá ayudar a libertarse de sus cargas. 

Devolver al paciente la responsabilidad por su propia vida no significa abandonarlo a su propia suerte. Significa que usted lo anima a descubrir y experimentar el poder que existe en su interior; a percibir que es mucho mayor, más sabio y más poderoso de lo que se imaginaba. Ser un terapeuta espiritual es recibir al otro de alma para alma. 

Desde una perspectiva humana, puede parecer que usted es más fuerte o que sabe más que la otra persona y que ella está en apuros y necesita su ayuda. Pero desde el punto de vista del alma, ustedes dos están en un camino en el cual se encuentran como almas, no con el nivel de realización de cada uno. Todo no pasa de una elección personal de cada uno, diferentes una de la otra, por lo tanto, no deben juzgar. 

Ustedes realizan un trabajo espiritual, porque en el nivel del alma, desean compartir la luz. Lo que sucede, cuando hacen ese trabajo es que su luz interior brilla más intensamente y ustedes experimentan una profunda satisfacción. En ese sentido, no es tanto lo que hacen por los demás, sino algo que realizan porque es su destino hacerlo, del mismo modo que el botón de una flor desea desabrochar. Es por eso que lo hacen; es simplemente el curso natural de las cosas. La luz siempre desea irradiar y elevarse. 

Por lo tanto, el verdadero trabajo de luz es irradiar su luz hacia los demás sin cualquier otra intención. Ustedes no intentan resolver los problemas de sus pacientes, porque eso es algo que no pueden hacer y esa no es su intención. Ustedes permiten que su luz se irradie sobre la esencia de esa persona, ayudándola a despertar hacia su propia esencia, hacia su propia luz. Esto es la cosa más importante que pueden hacer por otro ser humano. 

Y cuando eso es posible por vuestro intermedio, ustedes inmediatamente descubren un incremento de alegría en ese ser, porque él se puede acercar más a su propia esencia, a su propia fuerza vital, que le da coraje y confianza. Nada puede infundir más coraje y confianza en una persona que el sentir que es el maestro de su propia vida y que es capaz de moldearla a partir de su propia fuerza interior. 

Y me gustaría acrecentar una cosa más: entiendo que ustedes, los que hacen este trabajo espiritual o desean hacerlo, a veces tienen dificultades para liberar la energía negativa de la otra persona, su dolor y sufrimiento. Tanto que a veces quedan oprimidos por el sufrimiento del otro e incluso se sienten sobrecargados por ello. En ese momento, ustedes de alejan de su propia grandeza, de su centella divina y deslizan hacia su lado humano. 

Ustedes saltan hacia su modo antiguo: “oh! Esa persona necesita mi ayuda! No puedo suportarlo, tengo que tenderle la mano! Vean lo que este modo de actuar le hace a la otra persona: ustedes la consideran pequeña e indefensa, una víctima que es preciso salvar. Pero al actuar así, ustedes realmente no le hacen justicia a nadie y al final no ayudan en nada. 

Mantenerse, verdaderamente, en su poder como ayudante espiritual, significa dar un paso hacia atrás. Como ser humano, ustedes pueden ser tentados a dar un paso adelante y querer aliviar el dolor del otro. Pero como ayudante espiritual, como alma, ustedes dan un paso atrás. Ustedes se mantienen totalmente presentes, sienten compasión por el otro y por lo general entienden muy bien el proceso, por el cual él otro está pasando, pero no se dejan envolver en él. Ustedes se mantienen fuera del problema. 

Ustedes son faros de luz y al retroceder, demuestran que es posible no ser atraído por los pensamientos que envuelven pequeñez, debilidad y desamparo. Dando un paso atrás, ustedes abren espacio para que la otra persona asuma su propia fuerza. Ustedes la animan a asumir esa fuerza, aunque esa actitud vaya contra todo lo que aprendieron, como seres humanos. 

Esa forma de actuar puede parecer dura y cruel, pero no lo es si la vemos desde el punto de vista del alma. Imaginen que se encuentran en un momento de mucha debilidad en que experimentan mucho dolor e se sienten muy impotentes, o cuando la vida parece demasiado para poder suportarla. Que les puede ser más útil? Alguien que les ofrezca ayuda a partir del nivel vibratorio en el cual se encuentra y desde ese nivel le da unas palmaditas en la espalda? O alguien que lo intenta ayudar, a partir de la idea de que usted no es capaz de hacerlo por sí mismo? 

Como ayudante, usted por lo general, da consejos bien intencionados a partir de su propia visión de cómo resolver el problema de la otra persona. Pero no alcanza, realmente, su alma (de ella), porque no está conectado a ella a nivel del alma. 

Piense en los momentos en que usted se siente extremadamente vulnerable, triste o ansioso. Lo que lo ayuda más en esos momentos es alguien que siga creyendo en su poder, que siga percibiendo la fuerza de su alma, de su ser, aunque usted no se vea de esa forma. Este es el verdadero trabajo de un terapeuta espiritual. Y algunas veces esto significa tener que apegarse a la imagen de la otra persona como un ser poderoso, creativo, libre y amoroso, aunque ella no sea capaz de hacerlo por sí misma. 

Puede significar que usted tenga que esperar pacientemente, mientras mantiene esa imagen en mente. Pero es esencial, a nivel del alma, que ambos permanezcan como iguales. Caso contrario, usted desliza nuevamente hacia la antigua imagen del mayor comparado con el menor, del indefenso delante del poderoso; y esta es una imagen destructiva, pues mantiene a la persona alejada de su verdadero poder. 

En el momento en que se sienta debilitado por el dolor o la negatividad de los demás, acuérdese de lo que está sucediendo, realmente. Tenga el coraje de dar un paso atrás e no lo vea como insensibilidad o crueldad, pero como una reevaluación en la que usted coloca en perspectiva, la verdadera relación entre usted y aquel que está sufriendo. Manténgase presente en su propio poder, en su propia luz. Esto es bueno para usted; no solo para su mente, sino también para sus emociones y su cuerpo. Y beneficia también a la otra persona, porque de ese modo, usted le presenta un faro de luz en el cual ella se puede reflejar. 

El trabajo espiritual en el cual usted se relaciona con otra persona de alma para alma, requiere que usted haga una conexión interior con ella, especialmente con su grandeza. Y significa, al mismo tiempo, que usted libera completamente a la otra persona para ser su propia grandeza. Y es muy importante que lo recuerden, porque liberar al otro es un acto de confianza y es tan importante cuanto hacer la conexión. 

Yo creo en todos ustedes. Y aunque no esté aquí para resolver vuestros problemas, estoy aquí para decir que cada uno de ustedes es una estrella de luz; que su luz e irradiación son ilimitados; que ustedes pueden creer en su luz y aprovecharla y vivir plenamente aquí en la Tierra. Este es el trabajo de Luz para el cual ustedes vinieron aquí. Gracias por su presencia. 


© Pamela Kribbe www.jeshua.net

Traducción: Lúcia 



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